Cholo soy y no me complazcas Viernes, 20 mayo 2016

Mi escritor peruano favorito… ¡no tiene editor en el Perú!

Hernán Migoya

Escritor y guionista español. Ya está a la venta su nueva novela, "La flor de la limeña" (Planeta Perú).
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Foto: www.casadellibro.com

Siempre voy a llevar en la mochila del corazón escritores del Perú como Diez CansecoArguedas Palma (Clemente, claro), por mencionar tres de los narradores que más hondo me han calado en mis autodidactas lecturas. En una década de contacto más o menos regular con literatura peruana, ya mencioné varias veces que entre mi generación y la del inevitable MVLLEnrique Prochazka es para mí el más grande y creo que dentro de quinientos años mucha gente opinará como yo. Pero como Prochazka no escribe últimamente nada o no publica, y casi ni se deja mentar, es difícil satisfacer el hambre de libros con su escasa pero impagable aportación.

Cierto, mis predilectos no son los escritores más premiados, condecorados o institucionalizados por la propia cultura oficial. Pero cada lector debe pensar por sí mismo y no dejarse engañar por los oropeles que muchas veces no son sino regalos de conveniencia de entidades poderosas con intereses creados: en demasiadas ocasiones se premia lo que por coyuntura social o estética queda bien premiar o lo que la inercia comercial demanda. La obra de esos escritores mencionados, en cualquier caso, no necesita galardones para trascender.

En mi generación (los cuarentones), son muchos los autores peruanos que me parecen de valía. De entre los que he leído (pues muchas son mis lagunas de lector, dado que mi criterio sólo se rige por el capricho: leo lo que me da la gana y lo que me da ganas de leer), Richard Parra es mi autor favorito de esta generación y al que más admiro. Que conste que hasta hace unos días no le conocía en persona, pero recientemente acudí con ansia de groupie a una presentación que realizó de su última novela en la librería Sur de Lima.

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Foto: www.cultura.elpais.com

La pasión según Parra

A Parra me lo descubrió Rodrigo Quijandría, el creador/productor de Grumete Grau: hace un par de años me mostró un librito y me dijo: «Lee esto, tal vez te guste». Yo lo hojeé con cierto escepticismo, por culpa de su adocenado título: Contemplación del abismo tenía todos los papeles para ser un libro de contenido mediocre. «Otro aprendiz de Bukowski con sus gotitas de Nietzsche, cómo no, ese filósofo que si fuese español o latinoamericano la izquierda intelectual odiaría a muerte, pero que queda cool siempre citar».

Lo raro es que encontré el momento de sentarme a leer el libro de marras: supongo que fue porque su autor me atrapó desde la primera página. No es para menos: de sus nueve propuestas narrativas, hay al menos seis o siete que son excelentes, cosa extraña en un primer libro de cuentos. De hecho, yo ya estaba harto de leer a escritores limeños pitucos tratando de situar sus tramas en el marco del narcotráfico o el terrorismo en la selva y todos me hacían reír a carcajadas. Sin embargo, con Richard Parra era distinto: a él me lo creía. Es decir: creía su voz narradora.

Hubo además algo más que me atrajo: Parra no evitaba la brutalidad de la vida en sus relatos. No escribía para ser aplaudido por el lector autocomplaciente, el que piensa que John Irving o Tom Wolfe son escritores de calidad. Y sí, realmente me parecía alguien que, como yo, ha contemplado el abismo. De inmediato me sentí hermanado a su modo de enfocar la literatura.

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Foto: www.larepublica.pe

Su siguiente libro fue una doble novela corta publicada por la editorial española DemipageLa pasión de Enrique Lynch/Necrofucker, dos historias sin mucho que ver entre sí ni en forma ni en fondo. La primera no me sacudió, aunque me pareció una crónica notablemente narrada; la segunda me fascinó. Es la historia de la movida metalera en la Lima menos glamourosa. También es una nouvelle que sabe a verdad.

Mi adicción a la obra de Richard se iba haciendo cada vez mayor.

La literatura no sólo es (o no debería ser) cosa de pitucos

«Un carro derriba a Micaela mientras vende camisas escolares en la avenida Abancay».

Así de contundente comienza Los niños muertos, la novela que Parra presentó hace un par de semanas en Lima. De nuevo repite con Demipage y de nuevo reincide en el retrato de los desfavorecidos. No soy muy fan de la literatura naturalista, pero sí soy muy fan de la buena prosa. Y Parra tiene una prosa para dar de comer aparte. Ha leído un huevo y se nota (más tarde descubrimos que a los dos nos chifla uno de los mejores prosistas españoles del siglo XX: Ignacio Aldecoa).

Ese bagaje de lector todoterreno le da una ventaja sobre la mayoría de escritores de su generación (y me incluyo): audacia narrativa. Cuando cualquier otro autor está todavía pensando cómo terminar de presentar a sus personajes, Parra ya te ha contado la mitad de su tragedia y por ende conoces a sus protagonistas como si los hubieras parido: por sus actos los conoceréis, que dijo alguien. Pues en este caso, así de bien los conocemos, por sus actos.

Otro punto de conexión es esa veta de comprensión de clase: yo leo a Parra y no veo al típico escritorcito de Miraflores dándoselas de compasivo afín al proletariado llano. Ése es uno de mis desgarros mayores con respecto a muchos de mis colegas españoles y peruanos: ¡joder, qué pijos son!

Allí y aquí, la literatura es cosa de niños bien. O no es que lo sea del todo, pero si no eres pituco o no perteneces al círculo bonito, lo más probable es que los medios no te hagan tanto caso. De vez en cuando entra a la élite un outsider, pero lo hace con complejo de Gisela Valcárcel: quiere ser un elitista más, sin cuestionar el sistema.

A tal elitismo de partida se suma además el centralismo limeño, proclive a una concentración expositiva demasiado limitada a la capital y olvidadiza del resto del país; no creo que por ánimo conspiracional, como creen tantos, sino simplemente por inercia conveniente al establishment y porque favorece a la prensa oficial en su sedimentada pereza a la hora de abandonar las zonas confortables: el clasismo muchas veces se practica inconscientemente, lo cual me parece casi aún peor, porque encima reina solapado…

Parra no me parece pituco, aunque en realidad no importa si lo fuera, porque su esencia íntima resulta otra: es una bestia nacida del asfalto, como yo nací del aserrín que mi padre traía cada día taponándole las narices de su taller de carpintería. En eso me siento muy hermanado con la obra de Parra.

Presentación Parra

Presentación de Los niños muertos a cargo de Gabriel Ruiz Ortega, Martín Roldán Ruiz, el propio Parra y Fernando Toledo. Foto cortesía de Librería Sur. 

¡Publicado en España, pero no en el Perú!

Por si hacen falta más avales, como veo que mucha gente sólo se fía de los medallones dorados, añadiré que Richard Parra ganó en 2014 el Premio Copé por el ensayo La tiranía del Inca, sobre el Inca Garcilaso, actualización de su tesis con la que logró un doctorado en la Universidad de Nueva York. Dado que no leo ensayos, no puedo opinar sobre este libro, pero estoy seguro de que también reviste sumo interés.

Conversando con Parra, me sorprendió que siendo ya un autor con cierto asentamiento en el panorama editorial español (luego descubrí que lo había reseñado muy favorablemente Antonio Muñoz Molina), no haya generado más revuelo entre las propias editoriales peruanas. No sé si estoy cometiendo una infidencia, pero el caso es que Parra me comentó que ninguna editorial peruana se interesó por su obra después de Contemplación del abismo (editada por Borrador en el año 2010). Así que probó suerte con editoriales españolas, una a una, hasta que Demipage reconoció su talento y lo fichó.

Me causa una cierta tristeza que entre tanto escritorcillo que parece funcionario del Estado o que camina más envarado con su terno que director de Banco, no haya más olfato editorial para reconocer el talento genuino de un escritor de raza.

Con todas las editoriales independientes que hay (aunque más de una debería autodenominarse en realidad “editorial dependiente”, porque te editan “dependiendo de lo que les pagues”), creo que alguien debería correr a contratar obras inéditas de Richard Parra, que seguramente alguna tiene, o a quedarse la distribución nacional de sus títulos editados en España.

Lo digo por puro interés: por puro interés de lector. Para que salgamos ganando sus fans de aquí.

Hernán Migoya

Escritor y guionista español. Ya está a la venta su nueva novela, "La flor de la limeña" (Planeta Perú).