Cholo soy y no me complazcas Viernes, 15 agosto 2014

Somewhere over the racism…la odisea de Wendy Sulca, un libro perfecto para el plan lector

Hernán Migoya

Escritor y guionista español. Ya está a la venta su nueva novela, "La flor de la limeña" (Planeta Perú).

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Siempre me han apasionado las biografías de estrellas pop. A finales de los 90, mis dos libros de cabecera eran Rayuela de Julio Cortázar y If Only de Geri Halliwell, la autobiografía de la ex Spice Girl. http://www.goodreads.com/book/show/776833.If_Only

Ambos libros son muy buenos, en efecto.

Por eso esta semana estaba como niño con zapatos nuevos cuando me regalaron La verdadera historia de Wendy Sulca (Más allá de la tetita), un ejemplo modélico de lo que debe ser una estupenda biografía pop que, además, resulta un compendio de todas las desgracias juntas que cualquier ciudadano anónimo del Perú podría haber padecido en las últimas tres décadas.

 

En un pueblo peruano al pie de las montañas…

El libro de Wendy Sulca lo tiene todo para convertirse en un pequeño clásico de la biografía inspiracional peruana y para derivar en un bonito serial folletinesco que arrase en la TV: por momentos parece que uno esté viendo el tercer componente de una “trilogía del llanto” conformada por las añejas series anime Heidi, Marco… y ahora Wendy, como una inesperada aportación miyazakiana de última hora.

Y es que la historia de Wendy aglutina una serie de dramas terribles que han afectado especialmente a las tres últimas generaciones de peruanos: terrorismo, miseria, inseguridad ciudadana, embarazos no deseados, partos complicados, infidelidades veladas, accidentes fatales y muchas, muchas tragedias familiares, acontecidas casi todas en este caso sobre su madre, Lidia Quispe, cuyo prematuro descenso a la desdicha seguiremos con tanta pasión como el ulterior ascenso al éxito de su hija. El gran acierto de Wendy y de su negro literario es hacer que la historia abarque desde sus humildes ascendientes hasta el presente de ella, sin obviar episodios tremendos, como el enrolamiento a la fuerza de su abuelo ayacuchano Eusebio en Sendero Luminoso o un asalto a cuchillo contra la pobre Wendy en su propia casa. Y es que, ¿quién no ha vivido en este país alguna de las calamidades que se suceden sobre Wendy y su parentela?

Este libro hace llorar, ya sea cuando tienen que operar a la mamá de Wendy a vida o muerte (por culpa de una gasa podrida que un cirujano abandonara en el vientre de Lidia durante una intervención anterior) o cuando en el velatorio de su padre, la niña observa el rostro desfigurado de su “papito sapo” en el ataúd y no le reconoce, singular extrañamiento que insuflará de paz, paradójicamente, a su insatisfecha congoja porque “no se parecía al hombre que yo adoré”. El libro es una mezcolanza perfecta entre un mensaje sencillo y la tragedia común hecha arte popular.

 

“Mami, ¿canto mal?”

De la pequeña Wendy aprenderemos que durante su alumbramiento tragó mucho líquido amniótico en el vientre de su madre y que de bebita necesitaba la leche de cuatro tetas, haciéndose adicta a la materna hasta que Lidia decidió frotarse los senos con rocoto para lograr destetarla. Los padres de Wendy nunca se casaron: Franklin, su progenitor, ejerce además de Maestro Jedi con esa hijita que canta “así como si fuera una vieja”, proporcionando una de las anécdotas más bonitas del precoz periplo musical de la niña ante su primer asalto de pánico escénico: “Hijita, ¿quieres ser una cantante? (…) Hijita, si te bajas le vas a permitir al escenario ganarte. Un verdadero cantante no deja que el escenario le gane, él mismo le gana. Si tú te bajas… nunca más podrás ser cantante, porque el escenario te habrá ya vencido”.

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Foto: mx.hola.com

Con Wendy y sus papás viviremos peripecias típicas de cualquier lucha por el reconocimiento masivo, denunciando de paso vicios típicos de la informalidad del sector y los convencionalismos sociales: promotores, contratistas y concursos musicales que no cumplen con lo prometido; el pago a radios bajo mano para emitir los discos; el menosprecio citadino hacia lo rural; incluso explicita una denuncia del colonialismo cultural elitista: “Cada vez era más extraño tener un gusto por lo nuestro, cada vez era más difícil aceptar nuestra cultura, nuestras raíces y el que menos se avergonzaba de nuestro folclore. Pero yo no”.

Franklin falleció ya hace años en un accidente automovilístico, pero su presencia todavía se materializará ante Wendy cuando ella necesite consejo o fuerzas para sobrellevar los reveses de sus comienzos musicales. Su cantinela infantil ante los desplantes profesionales (“Mamá, ¿canto mal?”) pronto adquirirá connotaciones más tenebrosas ante el insospechado huracán mediático que sus vídeos desatarían.

¿Qué siente una niña cuando medio mundo se burla de ella?

Por vez primera de manera efectiva, este libro sitúa al lector en la piel de una cría de 12 años que asiste en Internet a la plasmación de un odio colectivo de lo más brutal. Como ella expone, de todos los miles y miles de opiniones que los vídeos de Wendy, grabados cuando era una criatura de 9 años, suscitaban en la red, el 80% eran insultos frente a sólo un 20% de elogios. Así pues, su historia no trata en verdad de la consecución de la fama por una niña cantante… sino, en esencia, de un fenómeno de atención pública multitudinaria que ella define como “catastrófico”, marcado por una avalancha imprevista de “agresividad, mucha incomprensión e intolerancia conmigo”, con palabras “cargadas de odio hacia mi persona”.

El libro es generoso en las partes dedicadas a los improperios internautas recibidos por Wendy, siendo notorio que se trata del fenómeno que más la ha marcado en su fuero interno: todavía no parece repuesta de la perplejidad que le causaron tantas afrentas proferidas por “gente que sólo busca destruir”. Y explica: “Le preguntaba a mi mamá por qué me odiaban tanto, por qué me insultaban”. Para su sorpresa, además, muchas de las ofensas racistas que recibía procedían de “personas con un tono tan igual o más oscuro de piel que la mía”.

Me gusta Wendy. Me gusta que no tenga complejos y busque la fama universal porque es lo que desea, sin falsas excusas ni resentidos remilgos: “Yo quiero ser famosa algún día… quiero seguir cumpliendo mi sueño de seguir cantando… les agradezco su presencia y les pido me sigan apoyando”. Su libro es un alegato contra el racismo, una apuesta por alcanzar los sueños que cada uno alberga y, además, un tremebundo catálogo de todo lo que ha debido sobrellevar cualquier serrano anónimo. Y todavía sobrelleva.

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Así pues, La verdadera historia de Wendy Sulca me parece que está perfectamente concebido y trazado para un público masivo, constituyendo un regalo idóneo para cualquier ciudadano, ya sea fan o simpatizante de Wendy o, como dice ella, uno de “aquellos que no soportan hasta el día de hoy ni mi voz ni mi estilo”. Tal vez esta lectura les haga cambiar de idea, al menos por lo que respecta a lo que la figura de Wendy puede influir sociológicamente en la superación de muchos traumas y prejuicios globales.

Hernán Migoya

Escritor y guionista español. Ya está a la venta su nueva novela, "La flor de la limeña" (Planeta Perú).