10 mujeres por las que pajearse hasta ver a Dios

Hernán Migoya
Escritor y guionista español. Ya está a la venta su nueva novela, "La flor de la limeña" (Planeta Perú).Sin duda, lo mejor (tal vez lo único bueno) de madurar y crecer para el hombre sea el dejar de ser dependiente de la masturbación.
Cuando era adolescente, como muchos otros chicos de mi generación, no tenía enamorada ni sabía cómo acercarme a ese extraño ser extraterrestre o divino que llamábamos mujer. Pero las hormonas reclamaban su ofrenda láctea, así que yo también me hice adicto a la masturbación, con esa incontinencia típica (y general a casi todos los varones) de la juventud.
Hoy día ya no recurro a la autosatisfacción casi nunca, porque afortunadamente ya tengo quien me satisfaga, pero en su momento estas diez diosas fueron las más excelsas merecedoras de los más torrenciales tributos de mis atributos.
Les rindo homenaje ahora y de paso las reivindico como bellezas dignas de seguir recibiendo solitarios homenajes líquidos por parte de esos chicos que tampoco tienen un perro que les ladre ni una muchacha que se apiade de ellos.
10. Tula Rodríguez
Mis últimas pajas interesantes las protagonizó la Tula en uno de mis primeros viajes a Lima, en el año 2007, debido a las fotos que protagonizó desnuda con la técnica del body paint para la decentísima revista Gisela y que hoy día tan difíciles son de conseguir: nunca la tradición inconográfica del Señor del Sipán estuvo tan al servicio del onanismo.
Tula representa la chola hermosa de Lima, la belleza peruana en su grado sumo, dejando en ridículo con su guapura admirable y sencilla a todas las insípidas blancas rubias que aparecen en las páginas sociales de El Comercio.
9. Raquel Welch
Es probablemente la mujer más sensual que ha existido icónicamente en el siglo XX. Su padre era boliviano y su madre estadounidense, y su exotismo enardeció a varias generaciones, incluida la mía.
Ver desnuda a Raquel Welch, bien desnuda del todo, ha sido tal vez el mayor sueño frustrado de millones de adolescentes (aunque alguna que otra ocasión se le escapó alguna que otra areola en alguna que otra película). Pese a su apego textil de variada hebra, la protagonista de Fantastic Voyage ha sido capaz de espolear las fantasías eróticas de todos sin necesidad de mostrar un solo pezón, lo cual también tiene su mérito.
8. Ursula Andress
Es difícil encontrar una mujer tan guapa como la Andress veinteañera. Es probable que la expresión “insoportablemente hermosa” se haya inventado para ella. En Dr. No, la primera película de James Bond, inauguró el estatus de Chica Bond emergiendo del mar con un bikini espectacular, pero yo me pasé años gastando una copia vhs de la película italiana La enfermera donde Ursula se sumergía desnuda en una piscina… Por eso siempre he preferido la piscina a la playa.
Su cuerpo y su mirada son los mejores estimulantes visuales que se puede uno encontrar en el audiovisual de los años 60s y 70s.
7. Valérie Kaprisky

Imagen: starchive.ru
Mi belleza francesa predilecta: en el primer lustro de los 80s, los chicos estábamos obnubilados con esta gata de rostro delicioso (moldeado un poco a la manera de la sueca Alicia Vikander). Nos chocaba cómo una muchacha tan dulce se desnudaba descarnadamente en casi todas sus películas, desde Afrodita a La mujer pública, pasando por esa estupenda versión de À bout de souffle que fue Breathless, con Richard Gere tirando con ella en el baño en una secuencia antológica.
Una de las estrellas emergentes del cine ochentero que pasó al olvido injustamente. Entre ella y Béatrice Dalle, daban ganas de nacionalizarse galo en los 80s.
6. Teresa Ann Savoy
Desconocida hoy para el gran público, la Savoy protagonizó en los 70’s tres películas eróticas que me encantan: Salón Kitty, Vicios privados públicas virtudes y la gran Calígula. Espigada, flaca y nariguda, Teresa era una rara avis en el softcore de la época y a mí me ponía mucho. Yo también me volví espigado y flaco de tanto pajearme con ella. Narigudo no, porque no hay más cera que la que arde…
También la fotografió para la revista Lui el prestigioso David Hamilton, aquel artista especializado en desnudos de adolescentes con flou, que hoy seguramente tendría más de un problema con la Ley , ahora que todo el mundo aplica el perverso modelo de moral estadounidense en sus valores personales.
5. Serena Grandi
El director de Salón Kitty y Calígula, el italiano Tinto Brass, es un erotómano apasionado de los culos al que todos los mirones europeos debemos algunas de nuestras mejores pajas. Una de sus obsesiones era descubrir y desnudar a nuevas starlettes. En 1985 mostró al mundo a Serena Grandi, cuyo cuerpo hacía honor a su apellido, como protagonista del filme pseudodramático de época Miranda. Mirándola en la sala de cine y más tarde en mi copia de video, fui tan enormemente feliz como hermosas sus enormidades, porque la Grandi no tenía fin en sus dimensiones cárnicas ni tampoco pudor alguno. Me encantaba sobre todo su mirada traviesa y cálida a la vez.
Quise mucho a Serena, con un amor tempestuoso y mojado. Y porque sus fotos son demasiado vulgares para el gusto estándar yanqui, fotos demasiado italianas, donde el desnudo es más natural.
4. Laura Gemser
Recuerdo que a los quince años regresé corriendo a casa de un concierto de Los Rebeldes para poder disfrutar por TV, en horas de madrugada, la emisión de Emanuelle y los últimos caníbales (1977), una de las entregas de la versión no oficial del clásico Emmanuelle para fans de la piel de ébano: la famosa saga Emanuelle Negra, protagonizada por la maravillosa actriz Laura Gemser.
En esa película ya no recuerdo si se la comían, pero los que conocen mis directrices estéticas en belleza femenina saben que ella es desde entonces uno de mis referentes en cuanto a canon facial. Una maravilla de mujer que alentó miles de fantasías, aunque yo a los quince todavía no supiera lo que era la masturbación, así que me limité a mirar y mirar y mirar.
3. Patricia Adriani
En 1990, Patricia Adriani protagonizó el videoclip de la canción más popular del grupo Tam Tam Go, Espaldas mojadas, pero años antes era una habitual del cine español, y en sus inicios artísticos había sido protagonista de numerosos largometrajes eróticos con títulos tan poco sutiles como Los claros motivos del deseo (distorsión descarada del Ese oscuro objeto de deseo del maestro Luis Buñuel), ¡Susana quiere perder… Eso!, María la santa o Desnuda ante el espejo.
Sus ojos turbios son inolvidables y concitan todo tipo de fantasías íntimas. Por desgracia está retirada del show business desde 2002.
2. Silvia Tortosa
Mi actriz catalana favorita en cuanto a belleza y desparpajo. Silvia Tortosa era un bombón y una mujer muy inteligente. Participó tímidamente en los años dorados del cine erótico español (justo en los primeros balbuceos de la democracia española, segunda mitad de los 70s, cuando la permisividad se generalizó): el denominado “cine de destape”. Luego se recicló y ella misma produjo y protagonizó en los 80s un clásico erótico light titulado La señora, sobre la insatisfacción de una malcasada burguesa, con coartada cultural incluida al estar basada en un pequeño best-seller del momento, película que se vendió a 21 países y superexitosa en España.
Tortosa es una artista estupenda que por desgracia ha estado ausente del mundo del espectáculo durante demasiados años, seguramente por culpa del machismo encasillador…
1. Bárbara Carrera
Bárbara es sencillamente mi ideal absoluto de belleza.
Desde una perspectiva estética es mi mujer perfecta. Ella fue la protagonista de la primera revista Playboy que siendo un menor compré con manos temblorosas y en mis años mozos fui adorador de casi todas sus películas, babeando ante su strip-tease de Yo el jurado, con la regocijante villana que interpretó en Nunca digas nunca jamás o incluso en su papel de recatada nativa norteamericana para la serie que la lanzó al estrellato, Centennial.
Aun cuando miro su rostro en fotos de los años 70 me estremezco ante tal despliegue de belleza natural, especialmente por su mirada pura.
Si el Cielo estuviera poblado por un solo ángel como Bárbara Carrera, yo sería el ser humano más virtuoso para asegurarme una plaza en él.
Amo a todas estas mujeres y me da mucha pena envejecer y comprobar cómo el olvido las traga a todas. Así que aprovechen, aprovechen, y denles nueva vida con sus pajas…
Más procrastinación
