Cholo soy y no me complazcas , comunicaciones , corrupción , denuncia , noticias , periodismo , politica , redes sociales , sociedad , webeo Viernes, 12 febrero 2016

¿Para qué queremos telebasura? ¡Ya tenemos la actualidad política!

Hernán Migoya

Escritor y guionista español. Ya está a la venta su nueva novela, "La flor de la limeña" (Planeta Perú).
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Foto: vía www.terra.com

Siendo fan como soy de la cultura basura y los programas televisivos de chismorreo, jamás había entendido por qué tanta gente estaba tan radicalmente en contra de la telebasura peruana –idéntica en su esencia a la de países como España o USA–, hasta que dio inicio la carrera por las elecciones presidenciales y empecé a verme expuesto a las mentiras, insultos, bromas jodidas, memes cómplices y a menudo vulgares, cotilleos maliciosos y sarcasmos cínicos, así como un sinfín de complacidos aplausos a los sucesos más tremendistas y escandalosos,  el pan y circo en suma, que trae consigo esa “actualidad política” en las redes y los medios de comunicación masivos.

¡Claro, en el Perú la función de la telebasura la cumple con creces la noticia política!

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Andrew Vachss sabe mucho: háganle caso. Retrato: vía www.razorcake.org

La Teoría Vachss

Uno de mis escritores favoritos, Andrew Vachss, señaló en su extraordinaria novela Strega que a los ciudadanos les fascina seguir fielmente las noticias del tiempo y la política porque así sienten que tienen algún poder de decisión frente a dos elementos sobre los que realmente no pueden ejercer ninguna influencia ni cambiar en absoluto. Obviamente en una democracia una mínima influencia se puede ejercer, pero para tomar una decisión personal de voto o avivar una corriente colectiva de cambio serio no hace falta asomarse en demasía al torrente de barbaridades y revoltijo de intrigas que genera esta carrera mortal de cuadrigas política, donde el debate ideológico (¿alguien ha dicho ideológico?) no ocupa ni el 10% de los contenidos reales.

Yo, que rehúyo estar al tanto de las noticias y el ruido de fondo que crean, he sido bombardeado en las últimas semanas (por más que me esconda al influjo de los mass media) con incontables reportajes, artículos y un sinfín de comentarios sobre las elecciones generales, tanto las recientes españolas como las peruanas. Y no salgo de mi asombro al comprobar que el público –y algunos, muchos periodistas– disfruta siguiendo las vicisitudes y asombrosas peripecias de los candidatos ¡con exactamente la misma pasión, adicción y morbo con que mi abuelita seguía los vericuetos sensacionalistas y sentimentales del culebrón mexicano Los ricos también lloran!

Así que tras mucho reflexionar, he llegado a esta conclusión asimoviana:
¿Por qué tantos políticos son corruptos? ¡Porque a todos nos encanta que lo sean! (Y así poder comentarlo.)

Se desata una suerte de regocijo sadomasoquista en el flujo de noticias aciagas y calamitosas que establecen prensa y ciudadanos. Y sentimos una catarsis sobre nuestras propias ruindades y mezquindades íntimas al comprobar que los políticos son peores que nosotros.

¡La telebasura jamás podrá competir con el sensacionalismo y el morbo que ofrece la política!

Renuncio a consumir cultura basura y juro fidelidad a los noticieros

Nunca me ha interesado la política. Tal vez ello sea influencia de mis padres, a los que les importaba un pimiento. Mi padre trabajó toda su vida en un taller de carpintería y sólo tenía que preocuparse de no trabajar demasiado eficazmente para que los demás obreros no se lo echasen en cara y así no verse forzados a trabajar demasiado a su vez…

Lo que sí me gustó siempre es la telebasura, en dosis controladas y mientras no hagan escarnio de un tercero inocente: me encanta debatir con mi madre sobre cómo lapidan a la pobre o no Isabel Pantoja o con quién se ha casado el individuo que se separó de Paulina Rubio. Ahora, cuando viajo a España una vez al año a visitar a mis papás, los mejores momentos con ellos consisten en ver en DVD un western de Robert Taylor o Kirk Douglas sentado al lado de mi padre y comentarlo juntos, o acompañar a mi madre frente a la tele y que me ponga al día de quién es el caracandado ése que acaba de salir expulsado de Gran Hermano o con quién anda ahora la ex de aquel famoso torero…

Pero desde que estoy en Facebook y leo las entradas y enlaces de los usuarios españoles y peruanos sobre política, me he dado cuenta de que en Lima ya no necesito mis dosis de Peluchín o de Chibolín o de Magalyna.

¡Con seguir las noticias de actualidad política ya suplo mi muy humana necesidad de desahogo de los bajos instintos y esa inclinación universal de revolcarnos en la inmundicia y las miserias ajenas!

Adiós, cultura basura: sólo consumiendo información política se me proporcionan más fabulosas revelaciones sobre chismes baratos, infidelidades amorosas, actividades ilegales, plagios sistemáticos, desfalcos demenciales, robos descarados, planes audaces de manipulación colectiva, secuestros de esposas, abusos de sustancias que alteran la conciencia, peleas zafias, agresiones verbales y físicas, venganzas pasionales, zancadillas por la espalda y bajezas humanas que viendo todos los programas telebasura del mundo. 

La política es la nueva cultura basura

Así que aquí estoy, listo como ustedes para disfrutar viendo cómo se descuartiza públicamente –y además con justificación moral: o sea, muchos se lo merecen– a otro de esos casi siempre despreciables personajes que se presentan voluntarios a dirigir las riendas del pueblo.

¡Qué divertido es esto!

¡Yo me pido el corazón, que es la parte más sabrosa!

generadordememesonline.com

Foto: vía generadordememesonline.com

Hernán Migoya

Escritor y guionista español. Ya está a la venta su nueva novela, "La flor de la limeña" (Planeta Perú).