Cholo soy y no me complazcas , noticias Martes, 26 enero 2016

«Me gusta ser una zorra»: 12 canciones de puta madre sobre prostitución y libertinaje

Hernán Migoya

Escritor y guionista español. Ya está a la venta su nueva novela, "La flor de la limeña" (Planeta Perú).
Imagen: captura YouTube

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Nunca he ido de putas y es una cuenta pendiente que tengo en la vida, supongo que algún día me animaré. Siempre me ha causado un poco de aprensión el mercadeo de caricias, pero también despierta en mí mucha solidaridad un oficio que no parece sino metáfora perfecta del resto de profesiones, sobre todo de aquellas que deben rendir cuentas ante un trabajo de horario fijo y un superior de humor variable. El arte desde siempre ha envuelto en un aura de lirismo este motivo temático y la música popular no es excepción. He elaborado una lista de mis canciones favoritas relacionadas de modo directo o tangencial con el oficio más viejo del mundo (y el que, sin embargo, aún cuenta con mayor futuro):

  1. Me gusta ser una zorra de Las Vulpes

El escándalo que se desató en la España de 1983 debido a la emisión del video de esta canción dentro de un programa musical de la televisión pública española es ya mítico: las integrantes de la banda punk Las Vulpes (que significa literal y figuradamente “zorra” en latín) tenían de 17 a 21 años, por lo que letras como ésta sacudieron duro en la aún tierna democracia española:

“Si tú me vienes hablando de amor, qué dura es la vida, cual caballo me guíapermíteme que te dé mi opinión: Mira imbécil que te den por culo. ¡Me gusta ser una zorra! Ayayayayayay ¡cabrón! Prefiero masturbarme yo sola en mi cama antes que acostarme con quien me hable del mañana. Prefiero joder con ejecutivos, que te dan la pasta y luego vas al olvido”.

En realidad la canción es una relectura españolizada del I wanna be your dog de Iggy Pop. Por supuesto, una letra tan maravillosamente rebelde causó la protesta de las fuerzas retrógradas y reaccionarias del país, que obligaron al director del programa, Carlos Tena, a dimitir y clausurar su prometedor programa Caja de Ritmos.

  1. Roxanne de The Police

Estamos probablemente ante la canción pop más famosa que existe hoy sobre una prostituta: “No tienes que vender tu cuerpo a la noche”, cantaba Sting cuando todavía camuflaba todos sus temas propios con The Police, metiéndose en la piel de este muchacho que erróneamente desea decidir por su amada si ella debe dejar o no la calle. El tema ha sido luego versionado mil veces, incluso por otros monstruos equiparables de la composición pop como George Michael, pero sin duda la versión más emocionante es esa feliz amalgama de Roxanne con Tanguera de Mariano Mores que Baz Luhrmann creó para su filme Moulin Rouge (uno termina tomándole cariño incluso a los berridos de Ewan McGregor):

Aunque yo siempre recordaré (no lo he olvidado desde que vi el episodio a los catorce años) al loco Murdock bramando la canción en un episodio de Los Magníficos/A-Team

  1. Pecadora del Grupo Néctar

Aunque mi compositor de cumbia peruana favorito es Estanis Mogollón, no le hago ascos a otras canciones del pueblo: “Dice la gente que no eres señora, dice la gente que tú eres pecadora”, canta el llorado Johnny Orosco al frente del Grupo Néctar con este tema compuesto por Carlos Rincón Ruiz, dando voz al estigma social generado tradicional y lamentablemente en torno de la promiscuidad femenina y su profesionalización. Pero al final, la trágicamente desaparecida banda remata con un resuelto “qué importa lo que diga el mundo: te amo, señora”. En ningún momento pretenden «regenerar» al objeto de su amor, sino que aceptan a la muchacha tal como es.

Resultaron ser bastante más progresistas que Sting…

  1. Killer Queen de Queen

Queen ha sido y será mi grupo favorito: el sentido de la grandilocuencia escénica, la desfachatez antipurista y la hondura lírica de Farrokh Bulsara guiarán para siempre mis impulsos creativos…

En Killer QueenFreddie Mercury escribió este tema refiriéndose a “una call girl de clase alta. Trato de expresar que la gente pudiente también puede ser muy puta. De eso trata la canción, aunque prefiero que cada persona la interprete a su manera”. (Revista New Musical Express). Fue también la primera canción exitosa de Queen donde su líder se atrevió a imprimir su gusto por el cabaret y la frivolidad: “Recomendable por su precio, de apetito insaciable… ¿deseas probar?”.

Aunque me gusta más con bigote, aquí va esta versión grabada para disfrutar la apostura escénica y el dominio del micrófono de Mr. Bad Guy:

  1. Dama dama de Cecilia

Pese a que en realidad no trata propiamente sobre una prostituta sino más bien sobre la acepción más populachera y prejuiciosa del término, no me resisto a incluir aquí este delicioso tema sobre una hipócrita señora de la alta sociedad, beata por fuera y ardiente por dentro, debido a la calidad de su contenido textual.

Hija de un diplomático gallego que la hizo criarse por medio mundo y aprender inglés y castellano al mismo tiempo, la cosmopolita cantautora Cecilia supuso un soplo de aire fresco en la cultura popular española del primer lustro de los 70, marcado por el tardofranquismo: fue nuestra primera chica indie, con letras críticas con el régimen, un enfoque feminista y un humor satírico muy inteligente que soliviantaba a los estamentos derechones.

Adoro canciones suyas como la sarcástica Me quedaré soltera (“Dicen que es mejor ser monja que estar así, como lo estoy yo, con mi perro viejo, mi loro que llora, mi gato tuerto”), la prosuicida Si no fuera porque (“Si no fuera porque mi padre siempre llora en los entierros me mataría mañana sin pensar en ello”)  o la cursi y preciosa Desde que tú te has ido, que compuso para Julio Iglesias.

Dama, dama cuenta con  una letra brillante y un estribillo inolvidable: “Dama dama, de alta cuna, de baja cama, esposa de su señor, amante de un vividor”. El primer verso fue cambiado, cómo no, por la censura española: “Puntual cumplidora del tercer mandamiento, algún desliz en el sexto” quedó reconvertido en “algún desliz inconexo” por culpa de los partidarios de la represión. Aquí la canción entera con videoclip sui generis (¡y encima Cecilia fuma Celtas!):

Cecilia cumplió la leyenda de las estrellas muertas a los 27 años. Se mató en la carretera en 1976, junto a su baterista, volviendo de un concierto. Dejó desconsolado a su novio, Luis Gómez Escolar, otro grandioso compositor de canción melódica, quien recordando a su enamorada compuso Amiga, una canción que terminó grabando Miguel Bosé.

  1. Ramera de Mar de Copas

Contradiciendo su contundente título, da la impresión de que este tema de Rivas y Fonseca tampoco trata sobre una profesional del sexo, sino que más bien su denominación se corresponde a un uso peyorativo del término, con reproches como “sonríes por la calle a todo el que te embiste”. Sobre la controvertida frase “dejarás al niño” prefiero no opinar…

Así y todo, la canción es buenísima.

  1. Hijo de ramera de Manolo Galván

Spoiler: no es una secuela de la anterior. También conocida como Madre, hoy no me levanto, esta canción es un hito de la psicotronía española que, curiosamente, resulta desconocida en España y que me encontré encumbrado como mito risible en la Argentina. Allí fue donde se instaló a principios de los 70 el cantante alicantino Manolo Galván, después de obtener cierto éxito con su grupo Los Gritos al versionar La vida sigue igual.

Reemprendida su carrera en solitario desde Buenos Aires, grabó Hijo de ramera en 1975, y al parecer, el desconcertante corte fue un hit considerable.

En realidad, tampoco trata de la historia de una puta, sino de una pobre chica a la que la maledicencia pueblerina considera tal por una violación en grupo que sufriera a los 15 años: el tema es muy serio, pero los versos parecen dignos de un arcaico y carpetovetónico cantar medieval y el enfoque es de un tremendismo melodramático y de una simpleza (“Y si eso es una ramera que venga Dios y lo vea”) que mueve a la hilaridad, igual que la lánguida pose a lo El Greco de su intérprete, tristemente fallecido hace un par de años.

La composición huele más a obra exploit típica de la época y, si repasamos los títulos de algunos discos de Galván (Cada mujer un templo de 1980, Me llaman “El Calavera” de 1981 o Amor caliente de 1994), todo hace sospechar que la preocupación social no sea la constante de sus letras.

  1. La chica de la puerta 16 de Ramoncín

Ramoncín es el cantante de rock más odiado de España y con razón, porque su trayectoria como polémico opinador público y sus cuestionadas conductas como representante de la Sociedad General de Autores dejan mucho que desear. Pero curiosamente en su faceta primera, como rockero, por sus composiciones, letras y actitud es uno de los mejores que ha dado mi país.

En su quinto disco, Ramoncinco (1984), incluye dos odas a mujeres extremas: la primera es Golfa (“Me he puesto mis zapatos de amor, golfa, me los vas a pisar… Chula, si te mueves así qué será: salta, te lo voy a comer, huye, se me ha roto el control”). La segunda, La chica de la puerta 16.

Junto a Pepe Risi, una de las voces de un grupo legendario, Los Burning, compuso esta hermosísima balada urbana sobre la muerte de la inocencia de una joven echada a la mala vida: “Mujeres gritando su pasión, mujeres que a nadie pertenecen”:

  1. Private dancer de Tina Turner

Todos sabemos que Mark Knopfler es un compositor como la copa de un pino: líder en los 80 del grupo de rock favorito de los estudiantes de Ciencias, Dire Straits, más tarde creó grandes canciones para sus propios discos en solitario y bandas sonoras tan deslumbrantes como la de La princesa prometida.

Private Dancer la escribió curiosamente para su banda, pero la letra no tenía mucho sentido cantada por un hombre, así que la dejó inédita y un par de años después permitió que la interpretara Tina Turner, la Tigresa del Occidente, para su exitoso disco homónimo de 1984.

El resultado es glorioso: la tristeza de la melodía y la reposada y lacónica voz de Turner, combinadas con la extrema calidad de la letra, presenta un retrato en carne viva del lado oscuro del oficio de meretriz, de sus esperanzas y sus desengaños: “Bueno, los hombres vienen a estos lugares y todos los hombres son iguales, no los miras al rostro ni preguntas cómo se llaman, no piensas en ellos como humanos, no piensas en ellos en absoluto. Mantienes tu mente fija en el dinero y tus ojos en la pared: Soy tu bailarina privada, bailarina por dinero, y haré lo que desees que haga. Soy tu bailarina privada, bailarina por dinero, y cualquier viejo disco servirá”.

  1. Cuánta puta y yo qué viejo de Siniestro Total

Uno de los himnos punks más memorables de las juergas y parrandas en la España de los últimos años 80 fue este tema gamberro de título inolvidable, compuesto por el gran pensador Julián Hernández en la época creativamente más libre de la cultura española en el siglo XX.
“Mujeres desnudas con hombres desnudos… ¿Qué es lo que hacen cuando están todos juntos?” se pregunta este travieso entertainer, para a continuación soltar un enigmático “zumo de naranja en las tetas de la negra”. Digno de ver y escuchar:

  1. La bien pagá de Miguel de Molina

Este grande de la copla española tuvo que exiliarse a la Argentina por republicano y por homosexual. El compositor sevillano Juan Mostazo y el letrista murciano Ramón Perelló crearon en los años 30 esta durísima canción que los franquistas odiaban: era demasiado lumpen para la moral pura de los fascistas. En nuestros días, curiosamente, resulta demasiado dura para la moral pura de los políticamente correctos. Hoy perturba por su desgarro y crudeza, cantada por un señor muy marica y muy talentoso.

Se me saltan las lágrimas cada vez que la escucho: “No me eches en cara que to’ lo perdiste: también a tu vera, yo to’ lo perdí. Bien pagá, si tú eres la bien pagá, porque tus besos compré, y a mí te supistes dar por un puñao de parné”…

  1. Just a gigolo de Marlene Dietrich

Y para terminar, el puto: era de rigor que algún hombre estuviese también representado en este acercamiento al tratamiento musical moderno del mercenario de su propio cuerpo como figura de inspiración, y qué hombre hemos escogido. Nada menos que David Bowie…

Just a gigolo proviene de un tango austríaco de los años 20 y adquirió relevancia en los años 50 gracias a la versión de Louis Prima, que fue el primero en combinarlo hábilmente con la jovial I ain’t got nobody (David Lee Roth repetiría esa fusión en su revisitación de 1985). El ritmo es festivo, pero la letra no tanto: “Soy tan sólo un gigoló, y dondequiera que voy, la gente sabe qué papel juego. Me pagan cada baile, vendo cada romance y cada noche traiciono algún corazón”.

En 1978, David Bowie protagonizó un filme con el mismo título, dirigido por David Hemmings, sobre un ex militar que tras la Gran Guerra sólo encuentra oficio y beneficio en la práctica de la prostitución. En este extracto lo vemos asistiendo a un compendio de su vida ofrecido por la voz de Marlene Dietrich. Sirva como colofón de este artículo y de homenaje también al gran músico, que aquí sólo escucha y se retira, silencioso, hacia la eterna noche:

Hernán Migoya

Escritor y guionista español. Ya está a la venta su nueva novela, "La flor de la limeña" (Planeta Perú).