¿Son los fans de ‘Star Wars’ miembros dementes de una secta peligrosa?

Foto: Lucasfilm.

Estoy muy asustado: creo que soy la única persona del mundo a la que no le gusta Star Wars. Ni siquiera es exacto que no me guste: pero «ellos», los demás, el resto de la humanidad, no aceptan nada que no sea una rendición incondicional ante su bobalicón y simplista universo… No puedo salir a la calle: toda la ciudad ha sido invadida por esta moda atroz… ¿Se ha vuelto loco el mundo entero?

Mis patas están irreconocibles: mi mejor amigo, que es hipster, vegano y pacifista, lleva una semana vestido de cowboy espacial ¡con cartuchera y pistolón! Y mis colegas progresistas y ateos, que odian a muerte al cardenal Cipriani, van ahora por la calle envueltos en hábitos de monje, se ponen misteriosos al hablar y sueltan salmos y frases solemnes como si estuviesen conversando de cosas muy espirituales y profundas… ¡Mis amigas feministas acuden al trabajo disfrazadas de princesas con rodetes y vestidas de punta en blanco!

-Pero Regina… todo esto refuerza los estereotipos de género contra los que siempre has luchado… y esas grotescas espadas que perpetúan el falocentrismo…

-¡Déjame! ¡¡¡ES MI INFANCIA!!!

¿Incitación al consumismo? Noooo… Foto: www.buzzfeed.com/daves4/fotos-que-demuestran-que-esto-de-star-wars-se#.xhZPbnZr43/vía Facebook Diego Salazar.)

Ayer, asombrado ante tal unánime conversión de mentalidades y borrado masivo de cerebros, llamé al jefe de Útero para proponerle de qué trataría el artículo de hoy:

-Hola, Marco. Se me ha ocurrido un tema interesante, relacionado con esa estúpida fiebre que le ha dado a todo dios con La guerra de las galaxias. Es que el caso es asombroso: supone tal vez el mayor ejemplo de fenómeno industrial creado por la sociedad de consumo capitalista para proveer de ocio vacuo a la ciudadanía, insuflándoles valores e ideales típicamente estadounidenses, escapismo barato para despistarlos de la dura realidad, propulsado por un despiadado aparato promocional que dejaría en ridículo el de cualquier cadena de comida bazofia o canal de telebasura… y sin embargo, cuenta con el apoyo, connivencia y pasión de miles de periodistas independientes y contestatarios que lo comparten, promueven y publicitan gratis en honor a su nostalgia, contribuyendo a la uniformización de gustos del planeta y, por tanto, a lo peor de la globalización. Esto merece una buena nota de la prensa izquierdista, insobornable y antisistema, ¡y aquí estoy yo para redactarla!

-Que la Fuerza te acompañe…

-Gracias, querido, pero me basta con que me aceptes el tema.

-No, digo que la Fuerza te acompañe… porque a partir de ahora estás solo.

-Cómo… ¿Qué quieres decir? Está claro que no nos podemos poner del lado del establishment, del gusto mayoritario… ¡del imperialismo cultural!

-No me has entendido, Hernán: métete mi espada láser por tu agujero negro, que al fin y al cabo es lo que te gusta.

-Pero, Marquito… no me hables así, que me incomodas.

-Fuera. ¡Piérdete en el hiperespacio, chapetón!

-Si además las películas son muy malas, reconócelo… snif, snif… bueno, ya sé, TODAS MENOS UNA.

Me puse a llorar y deseé estar junto a mi papito para abrazarlo, pero ya me repuse. Es cierto, debo afrontar la realidad: estoy solo ante esta secta de fanáticos. Así que he entrado subrepticiamente en Útero, manipulando las contraseñas, para expresar mi denuncia de esta conspiración cósmica, digna de Invasion of the Body Snatchers. Y así dejo acá estas palabras desesperadas como el mensaje que un náufrago sin esperanza lanzara al mundo…

¡Reaccionen antes de que sea demasiado tarde y no haya escapatoria para nadie! ¡Antes de que la Fe divulgada por Star Wars se imponga y todos terminemos sonriendo bobamente delante de este Evangelio galáctico según George Lucas, igualito que los Testigos sonríen ante Jehová!

La redacción de Útero me ha pedido amablemente que recoja mis cosas y me vaya. Foto: theswedishbed.wordpress.com

Por mi parte, he jurado por el futuro de la especie humana resistir a esta dictadura de los gustos que no conoce ni un conato de insurrección. ¡No voy a ver la nueva película de La guerra de las galaxias, cueste lo que cueste! La dócil unanimidad ante esta ridícula plaga estética, moral y religiosa conllevaría la rendición fatal del criterio crítico y de la independencia del espíritu humano.

¿Por qué, se preguntarán, me declaro insumiso y me niego a acatar la Nueva Religión impuesta por Star Wars?

Porque siempre he sido del bando Rebelde.