Cholo soy y no me complazcas Viernes, 14 agosto 2015

Si eres gay, con Grindr tirarás cada 5 minutos. Si eres hetero, con Tinder tendrás interminables conversaciones de amor…

Hernán Migoya

Escritor y guionista español. Ya está a la venta su nueva novela, "La flor de la limeña" (Planeta Perú).

Como sabe la gente que me conoce bien, soy un hombre sin apenas experiencia con el sexo opuesto. La timidez me embarga cuando hay una chica cerca y, pese a que en el Perú afirman que emano un cierto exotismo que me hace parecer presentable, siempre me he sentido un completo adefesio: así que, de lo más compungido, consulté a mi mejor amigo cómo poder conocer mujeres que tuvieran mi mismo problema de desenvoltura social…

-Pero tú lo que necesitas es tirar, que te estás apolillando -me dijo él-. Métete en TINDER, que seguro que te hartas de sexo salvaje, como yo en el GRINDR.

Debo aclarar que mi mejor amigo es gay. Él se lo pasa muy bien allí en España tirando sin parar con desconocidos. Dice que a los cinco minutos ya tiene un chico en casa, alguno que por casualidad está cerca de su zona residencial: se saludan, reafirman si se atraen físicamente y se encuentran al toque para tocarse y mantener un ardoroso duelo de penes.

Aunque también me advierte de que se pueden encontrar personas muy locas:

-Una vez quedé en casa con un estadounidense de color, fornido y guapísimo: un ser superior. ¡Uy! -ésta es una exclamación muy típica de mi amigo, el único momento en que se le nota la pluma-. Pero tú no sabes lo bizarro que era: se arrodillaba desnudo frente a mí y me pedía que le dijese “negro de mierda” y que le escupiese a la cara: ¡él se excitaba así! Y yo a lo más que me atrevía era a fijarle con salivita un ricito rebelde de su pelo. Fue la única vez que no se me puso duro…

Pertrechado con los consejos de mi experimentado amigo, instalé la aplicación de Tinder en mi celular y esperé ufano a contactar con un sinfín de candidatas.

Mis expectativas eran altas después de la fiesta de Utero.Pe. En la foto, con las cosplayers más renombradas de Lima

Mis expectativas eran altas después de la fiesta de Utero.Pe. En la foto, con las cosplayers más renombradas de Lima

Esto es más o menos lo que encontré en las fichas femeninas expuestas (todo ello descrito con el respeto de rigor que me caracteriza, aun a sabiendas de que este descargo de responsabilidad no haría falta especificarlo si se tratase de hombres… perdón, de hombres heterosexuales):

-Chicas con cara de pena mostrando bebés: NO MATCH

-Gorditas que sólo se fotografían de cuello para arriba: NO MATCH

-Poco agraciadas que sólo se fotografían de lejos y cuanto más lejos mejor: delante del Machu Picchu o la Sagrada Familia: NO MATCH

-Amantes cándidas de los animales que siempre se toman una foto con el mismo delfín… No sé dónde vive el delfín ése, pero ya lo conozco mejor que a mi padre: lo he visto en miles de fotografías besando a otras tantas miles de damiselas… Debe ser la forma de su boca. Qué envidia da: ¡ese carnívoro ha besado más mujeres que don Juan! NO MATCH

-Treintañeras con cara de vírgenes que afirman que lo que más les atrae en un hombre es “una buena conversación”: NO MATCH

-Inseguras que sólo se fotografían junto a amigas guapísimas para ver si el usuario las confunde: NO MATCH

-Desubicadas que exhiben fotografías posando siempre junto a un esposo o enamorado con aspecto de émulo de Oropeza bullente de ganas de acribillar a todo aquel que se aproxime a su pareja: NO MATCH!!!!!!!!

-Mujeres que no suben ninguna foto, ni dicen lo que buscan, ni nada: NO MATCH

-Chicas guapas o simpáticas o vitalistas o con sonrisa jovial: MATCH

Mi desconcierto era patente: ni una sola mencionaba que buscara sexo casual, más bien al contrario: muchas se negaban a entrar en ese juego con una tajante declaración inicial de intenciones: ¡Nada de sexo casual! ¡Nada de aventuras!

Yo no entendía un comino: ¿pero el Tinder no se había vendido como la versión hetero del Grindr? ¿Como un patio de recreo para buscar amigos con derecho donde se dejaban atrás las estúpidas pacaterías impuestas por la represión cultural?

Las únicas inscritas que sí confesaban buscar placeres de la carne eran inabordables, pues o no exhibían foto alguna… ¡o en su perfil sólo ponían fotos de su culo de perfil! ¿Así cómo va uno a saber si la chica le atrae? ¿Que se creen, que con ver un pedazo de carne sin rostro ya nos van a poner excitados? Ni que el hombre fuese un animal… ¡Dios mío, qué manera tan indignante de autocosificarse!

Pese a las adversidades e infortunios, me gustaron muchas muchachas y yo gusté a bastantes, así que empecé a chatear con ellas.

Invariablemente, las conversaciones por chat se desarrollaban de tal modo:

-Hola, ¿qué tal?

-Hola, estupendamente.

-¿De dónde eres?

-Soy español pero vivo en Lima.

-Qué chévere. ¿Te gusta mi país?

-Me encanta el Perú, sí.

-¡Gracias!

-Yo vivo en la cuadra 1 de Schell en Miraflores. ¿Y tú?

Y ahí se cortaba la comunicación: ya no seguían respondiendo, tal vez ni respirando… Por más que yo insistiera, no me volvían a contestar.

Algo chirriaba: ¿se sentían agredidas por mi tono directo y mi sinceridad? ¡Pero si mi amigo siempre se comunicaba así y le sobraban los amantes! ¿En qué estaba fallando? ¿Era una torpeza mía de partida? ¿O es que mujeres y hombres somos al fin tan irremediablemente distintos que no manejamos el mismo código verbal?

Así que llamé a mi amigo a Barcelona:

-Auch, dime… ¿Que no te hacen caso?… Ay… Es que con las chicas creo que es distinto… Uf… Tendrás que darles más conversación, me temo… ¡AUUUHHH!… ¿Qué?… Sí, perdona, es que me están sodomizando… Un delivery boy que ha cruzado por mi radar de Grindr a entregar una pizza y ha subido un momento a «deliverarme»… Nada, nada, no me interrumpes… ¡Tú sigue intentándolo!… No, le digo a mi amante… ¡Y a ti también!

Y vive Dios que lo he seguido intentado. A duras penas lograba retomar las conversaciones truncadas con preguntas como las siguientes:

-¿A qué te dedicas?

-¿Qué hobbies tienes?

-Ah, ¿en serio te gustan los perros? Qué tierno. (Nota al margen: yo detesto a los perros.)

-¿Pasear bajo la luz de la luna? ¡A mí también me encanta! Lo hago cada día, llueva o haga sol… quiero decir, cada noche.

¿Bailar? Eh… ¡Pues claro! ¡Mi segundo nombre es Salsa! ¡Y el tercero Reggaetón!

-¿Que por qué no tengo hijos? Uf… (Ánimo resignado…) ¿¿¿Porque no ha llegado la chica adecuada???

Conclusión:

Según me cuentan amigos heteros más guapos y exitosos que yo, el Tinder es exactamente igual que las páginas webs de ligue de toda la vida (Meetic, Tagged) pero peor, porque con las aplicaciones para tu computadora se puede chatear más cómodamente en los primeros tanteos virtuales y filtrar así quién quiere una aventura o quién un romance para toda la vida… antes de que intercambien el número de whatsapp.

Con Tinder, estás obligado a chatear SIEMPRE desde el celular y resulta muy engorroso tener que estar sosteniendo allí eternas conversaciones pseudorrománticas o semiexistencialistas…

Háganle caso al tip de mis amigos casanovas:

¡Se liga mucho más en Facebook!

PD1. La otra opción para no parar de tirar es pasarse a Grindr, obvio.

PD2. Por cierto, si alguien se siente ofendido, presentaré mi coartada perfecta: ¡soy gayyyyy! (Solamente lo soy si alguien se siente ofendido… Aunque si se siente ofendido por decir que soy gay, ¡soy dos veces gayyyyy!).

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Hernán Migoya

Escritor y guionista español. Ya está a la venta su nueva novela, "La flor de la limeña" (Planeta Perú).