Mi 51ª Mujer de Bandera: Un elogio sensual a Nadine Heredia

Ilustración de Jorge Luis Ramos «Coquito».

INGREDIENTES

-Una boca que no se equivoca

-Sonrisa Disney, entre Campanita y Cruella de Vil

-Perfil de joven sufragista británica

-Delgadez de marimandona

-Alma de dominátrix

RECETA

Nadine tiene boca de sabelotodo.

Siempre que la veo me recuerda cuando Shelley Long, la maravillosa rubia protagonista de la serie ochentera Cheers, llegaba correteante y cotorreante al mítico bar con alguna propuesta alocada que ella creía absolutamente genial y sensata a pies juntillas, y el bon vivant Ted Danson debía pararle los pies con alguna contrarréplica rauda que la dejaba siempre con la palabra en la boca, el dedo en el aire y la furia en los ojos…

Foto Nadine: Revista Cosas.

Aunque dudo que en su función de Primera Dama, Nadine haga ya nunca pucheros como una chancona a la que papá regaña:

Como mucho, la visualizo reprimiendo su frustración y echando una mirada de hielo a aquella persona que ose contradecirla.

Así pues me imagino a Nadine Heredia en el Palacio de Gobierno, entrando al despacho presidencial con pasitos rápidos y cortos y el índice extendido en el aire, señal de que va a sugerir/aconsejar/ordenar algo que todo el mundo debe escuchar/considerar/acatar, especialmente su marido; al que por cierto también me imagino perlando sudor a mares, pasándose la mano por la frente empapada, mordiéndose la lengua y con el terror dibujado en las pupilas antaño fieras, como si fuese el mismísimo jefe redivivo del imprevisible Inspector Closeau…

No, no creo que Cosito, por mucho bagaje militar que tenga, le replique a Nadine ni por suerte sea capaz de hacer lo que el protagonista masculino de Cheers hacía en aquellos lejanos tiempos políticamente incorrectos (aunque seguro que a algún cavernícola machista le encantaría verlos así):
https://www.youtube.com/watch?v=r1kbn-LOpes

Nadine es una Shelley Long (tiene su misma exacta bocota de vagina dentata y, por tanto, castrante) en pelo negro, de esas flacas que mientras exponen sus ideas que presuponen infalibles, cabecean convencidas y entusiastas, como felicitándose a sí mismas de lo inteligentes que son (y, en su caso, además lo es). Nadine tiene instinto de primera de la clase a la que ni el maestro puede hacer chistar ni, mucho menos, contrariar.

Foto: Peru 21

Por eso me figuro que su cónyuge, fiero y bravo en otras lides, ha de agachar la cabeza y musitar, sumiso, “Sí, Nadine”, ante tal vehemencia incuestionable.

Pero en su irritante egocentrismo radica también su mayor encanto: estoy seguro de que esa actitud es la que aviva en su amante esposo un irreprimible acicate erótico para taparle la boca -y sobre todo esos dientotes- con alguna táctica carnal.

Grandes horas de ardorosa pasión deben seguir a las andanadas verbales avecinadas cada vez que a Nadine se le ocurre levantar su dedo erecto…

Les confieso que me excita mucho Nadine.

De hecho, también me excita Ollanta. Creo que son una pareja bella y apuesta que se complementa a la perfección, y que pese a todos los vaivenes de Gobierno, ofrecen al exterior una imagen excelente del Perú (y, aquí, ya sé, se juzgará muy controvertida mi opinión; por no decir controversial). Cierto, para mejorar la imagen de los presidentes peruanos ya no se requiere un gran esfuerzo (pienso en Alanón propinando tremendo patadón a un mendigo, o en Toledo propinándose un lingotazo al buche). Pero Nadine y Ollanta me resultan harto lindos, y creo que, con la experiencia que ambos están adquiriendo en sus funciones presidenciales (perdón por el plural), deberían ganarse paulatinamente un aire algo más cosmopolita que ya los haría absolutamente impecables, dignos de aparecer en la próxima película de James Bond: él de enemigo noble y ella de amiga innoble. Yo pagaría por verlos.

¿Ya entendéis al fin la posición de Ollanta? Nadie contradice a Nadine…

PD. Y mucho ojo, porque ella será Presidenta sí o sí. Y yo, votaría (y botaría) por ella.

TIP

Para machitos que se crean ingobernables 

50 PERUANAS DE BANDERA (Grupo Planeta Perú) de Hernán Migoya, ya a la venta en librerías